lunes, 19 de marzo de 2018

Una cuestión de elección


Me decía el sábado un amigo que la vida es como una película en la que nosotros somos los únicos protagonistas. Que podemos escribir el guión a nuestro antojo, escoger el género, añadir personajes o eliminarlos, y que aunque no podamos controlar todo lo que va a pasar, sí podemos elegir con qué actitud encarar cada escena. 
Creo que es una visión muy romántica de la vida, y aunque sería genial tener una actitud positiva para todo, no creo que sea realista. Me parece incoherente querer afrontar con humor una enfermedad grave, por decir algo. Aplaudo a aquellos que tengan la capacidad de hacerlo, que los hay (Hawking es un buen ejemplo), pero yo no soy así. Siempre voy a buscar la risa, siempre voy a tratar de quitarle peso a las cosas, y siempre voy a buscar  la explicación más lógica para encarar situaciones desbordantes, pero tengo claro que en la vida caben todos los géneros, y que a veces hay que vivir el drama y otras la comedia, y no pasa nada por eso. Para mí, es un desgaste emocional gordo obligarnos a estar bien cuando no lo estamos, tener que reír por huevos cuando no te apetece, porque “esa es la actitud”, o frivolizar con temas que son profundos, que requieren sensibilidad y tacto, o que merecen un respeto importante. 
Siempre me he esforzado en valorar las cosas en su justa medida. Cuando algo te duele, lloras y buscas soluciones para salir de ahí. No defiendo para nada regodearse en el sufrimiento, pero tampoco me parece bien negarlo. Es querer engañarse a una misma… Yo elijo reírme siempre, y por eso me rodeo de gente que me hace reír, enfoco mis pequeños dramas en clave de humor y busco situaciones que me hacen sentir bien, pero no siempre se da. Woody Allen dice que la comedia es igual a tragedia + tiempo y muchos se empeñan en convertir la tragedia en comedia sin tener en cuenta el factor tiempo. Yo estoy segura de que me reiré de toda la mierda que he estado acumulando hasta ahora, pero para eso tendrá que pasar el tiempo (tan tranquilamente como está pasando). Y durante ese tiempo no me voy a torturar, pero tampoco voy a levantarme cada día haciendo el fucking saludo al sol como si la vida fuera maravillosa, cuando lo que te devuelve es un corte de mangas.
Y si todo es una cuestión de elecciones… ¿Qué elegimos? ¿Lo más conveniente? ¿Lo que está únicamente a nuestro alcance? ¿Lo que debemos? ¿Lo que podemos? ¿Lo que es correcto? Nos seguimos engañando… porque en el fondo prima lo que queremos. Si no quieres hacer algo no lo vas a hacer, aunque sea lo mejor, lo más correcto o lo más lógico. Y si quieres hacer algo, lo haces aunque sea un acto suicida. Tengo amplia experiencia en el tema. Recientemente confirmé una vez más que cuando me empeño en algo, lo hago, aunque tenga que mandar al orgullo y la dignidad a tomarse una copa mientras tanto. Sabes que no debes pero te da igual, es lo que quieres. Y esta vez me ha salido tan mal que ahora, por fin, el deber y el querer se han puesto de acuerdo. Para personas impulsivas como yo, esa es una gran noticia...
El día de hoy se queda en papel mojado, y mi actitud “positiva” ante eso es el simple reconocimiento de una verdad que duele pero que ya no mata, y la satisfacción de haber encontrado refugio(s) hasta que pase la tormenta. A veces es tan fácil como que un colega se presente en tu casa con una botella de vino y te haga reír a carcajadas, porque al menos durante ese rato, te puedes recordar a ti misma quién eres y quién no querrás ser nunca. Querer o no querer... that's the question. 



No hay comentarios: