lunes, 14 de marzo de 2016

Desafíos

Ya está empezando a oler a primavera. Los días se alargan, la temperatura es agradable y se respira un aire dulzón por la calle. Lo noté hace un par de semanas, cuando estuve con gripe y un día me levanté y miré por la ventana. Estaba atardeciendo. La sierra bañada de nieve y el azul del cielo se dibujaban como en un cuadro entre las nubes blancas. Hacía calor aunque yo tiritaba por la fiebre. En mi casa y en mi interior seguía estando nublado y frío, pero la realidad estaba fuera y yo no veía el momento de recuperarme y lanzarme a la calle, y más aún con todo lo que tenía que hacer: me quedaba un fin de semana para cerrar el musical de microteatro y se acercaba el estreno de The Happy Fish. 
Cuando por fin pasé la enfermedad otro tipo de nubes negras vinieron a nublar mi primavera. La otra chica del grupo de swing nos dejaba; sin explicaciones, sin razones coherentes, con la cobardía de hacerlo por escrito y no diciéndolo a la cara, y borrándose por completo sin dejar opción a réplica y por supuesto sin atender las llamadas. Un gancho directo en el estómago tanto a mí como a mis compañeros, a dos semanas de estrenar y con toda la promo hecha. Hablar de falta de respeto, desconsideración o nulo sentido de la responsabilidad es quedarme corta. De hecho no encuentro palabras suficientes para describir los sentimientos que esta tipa despertó en nosotros, tan asquerosos todos que se me acumuló una tensión terrible en las cervicales provocándome tortícolis severa y a tres días de las funciones de microteatro ni más ni menos.Sí, definitivamente era tiempo de tormenta... y la primavera que tanto deseaba encontrar seguía existiendo solo tras la ventana. Por suerte, no llueve eternamente. En esos momentos no podía asimilar nada pero después fui entendiendo las razones "cósmicas" por las cuales pasan las cosas. Me vengo arriba con cada golpe (no sin ayuda en este caso) y después de hablar con Stik y Willy decidimos mantener la fecha de estreno siendo tres. Mucho trabajo en poco tiempo para reajustarlo todo pero por cojones íbamos a estrenar.
Me armé de valor y saqué fuerza de donde no la había para tirar con todo. Mi dolor de cuello no impidió que Nando y yo lográsemos el mejor fin de semana en microteatro, con récord de taquilla y ofertas de trabajo incluidas. Y tras colgarme la medalla al mérito me puse las pilas para cumplir con mis chicos. Sin tregua alguna se acercaba otro reto, y todavía hoy no me creo la enorme respuesta del universo por haberle plantado cara a la vida. El 11 de marzo llevamos el swing a escena, en el marco incomparable del Albayzín, con lleno absoluto y el mejor sentimiento de orgullo por mí y por mis compañeros, cosa fácil estando rodeada de dos maestros que tienen tablas para regalar y que confiaron en mí para compartirlas. De pronto todo lo malo se acabó, dejó de llover y "alguien" me dio una palmadita en el hombro. Puede que haya gente que simplemente no merezca sentir eso y otra a la que la vida se lo regala.
Hay mil cosas por limpiar, retocar, afinar, pulir pero a partir de ahora solo queda pasarlo bien y mejorar con cada bolo que hagamos que espero sean muchos. De momento ya nos están vendiendo y mientras tanto nosotros seguimos ampliando repertorio. No sé qué va a pasar mañana, quizás el grupo se vaya a la mierda o quizás nos hinchemos a dar conciertos, pero pase lo que pase he dado un gran salto en mi vida, especialmente a nivel personal, y el tramo con baches que he tenido que pasar era una escalera al cielo, un cielo que yo no podía ver porque lo tapaban las nubes, pero que estaba ahí, y que solo pude descubrirlo cuando trepé hasta el final a pesar del miedo, a pesar del dolor, a pesar de la frustración...
Cuando el mundo hace el amago de comerte están los que se cagan encima y no saben donde esconderse y están los que cogen cuchillo y tenedor y se comen el mundo.

Stik y Willy abriendo el bolo
¡Bon appétit a los valientes!


Probando sonido